Hubiera mordido la almohada para aguantarme las ganas de decírtelo hasta que llegara el momento adecuado, con las piernas entrelazadas, con tus dedos bailando claqué en mi espalda.
Porque cuando te vi, algo me dijo que ibas a formar parte de mi camino y tú sonreíste porque lo sabías.
Hubiera querido dejarte esta noche una nota en tu mesilla. Para que te despertaras mañana, como un oso, y leyeras con el ojo derecho mi torpe forma de decirte,
que me encantas por las mañanas,
que sueño con poder dormir contigo,
que sé que sabes que esto no son palabras improvisadas,
que daría lo que fuera por que lo último que viera antes de dormir fueras tú, con el pelo revuelto, y tu pijama blanco y azul.
Que sustituiría cada "Buenos días! :)" por media hora de arranque a besos, que a veces despiertan mejor que el café,
que me encantan tus gruñidos perezosos, tu forma de abrazarme por detrás como si no quisieras que me fuese nunca.
Sé que si estuvieras aquí, te reirías y me dirías que ya lo sabes.
Pero "nunca es una tontería".
Así que te lo digo a ti, desde aquí, para que sea nuestro pequeño secreto a voces.
En mi almohada sólo faltas tú.
Por Irene Cid Vega