Antes de comenzar, tengo
que confesar que tenía tantas expectativas puestas en este libro –y en su
autora–, que ha sido, sin lugar a dudas, una prueba de fuego. Y la ha superado.
Ha destrozado las marcas que tenía impuestas en mi esquema mental en lo que
respecta a un libro de suspense.
Será la magia de los libros, de la literatura. El caso es que Irene me ha hecho sentir uno más en la historia, como si estuviese allí, oculto, vigilante. Como si fuese recorriendo a pies juntillas cada palabra, cada párrafo, cada fragmento de una trama meticulosa y perfectamente entrelazada, cargada de intriga y de sentimientos muy reales.
No suelo reseñar libros, pero siento la necesidad de hacerlo con este. La Sombra de Nuestra Inocencia es uno de esos libros que te araña el alma. De esos en los que, al pasar la última página, sientes que algo en tu interior ha crecido. No sabría decir muy bien qué, pero me ha hecho sentir muy, muy satisfecho por haber encontrado una novela que se podría definir con un adjetivo: imprescindible.
Sin duda, la valoración de los aspectos intrínsecos del libro supera los estándares que pueblan las listas de los más vendidos de cualquier gran librería. Su prosa fresca, sencilla y cuidada, sus diálogos verosímiles que te invitan a tener los pies en el suelo en todo momento y escapar de las conversaciones imposibles que acostumbran a reinar en las novelas comerciales. Sus personajes, perfectamente profundizados, van evolucionando con el paso de las páginas al ritmo del argumento. Sus ambientes, deliciosamente amoldados a la gran trama de suspense que envuelve la novela.
No obstante, sin dudarlo ni un instante, lo mejor de esta novela son sus descripciones. Tengo veintiún años, y he leído bastantes libros de diversos géneros como para hacer la siguiente afirmación, con el peso y la responsabilidad que ello conlleva: Irene hace las mejores y más completas descripciones que he leído nunca. Y eso la convierte, a sus diecisiete años, en una promesa que merece ésta y todas las oportunidades que se le puedan brindar.
Quisiera destacar también algún aspecto negativo, y tras mucho indagar he encontrado uno: La Sombra de Nuestra Inocencia es demasiado corto.
Así que Irene, por favor, haznos un favor. Continúa escribiendo. Llega Irene Cid Vega pisando fuerte. Abran paso.
Será la magia de los libros, de la literatura. El caso es que Irene me ha hecho sentir uno más en la historia, como si estuviese allí, oculto, vigilante. Como si fuese recorriendo a pies juntillas cada palabra, cada párrafo, cada fragmento de una trama meticulosa y perfectamente entrelazada, cargada de intriga y de sentimientos muy reales.
No suelo reseñar libros, pero siento la necesidad de hacerlo con este. La Sombra de Nuestra Inocencia es uno de esos libros que te araña el alma. De esos en los que, al pasar la última página, sientes que algo en tu interior ha crecido. No sabría decir muy bien qué, pero me ha hecho sentir muy, muy satisfecho por haber encontrado una novela que se podría definir con un adjetivo: imprescindible.
Sin duda, la valoración de los aspectos intrínsecos del libro supera los estándares que pueblan las listas de los más vendidos de cualquier gran librería. Su prosa fresca, sencilla y cuidada, sus diálogos verosímiles que te invitan a tener los pies en el suelo en todo momento y escapar de las conversaciones imposibles que acostumbran a reinar en las novelas comerciales. Sus personajes, perfectamente profundizados, van evolucionando con el paso de las páginas al ritmo del argumento. Sus ambientes, deliciosamente amoldados a la gran trama de suspense que envuelve la novela.
No obstante, sin dudarlo ni un instante, lo mejor de esta novela son sus descripciones. Tengo veintiún años, y he leído bastantes libros de diversos géneros como para hacer la siguiente afirmación, con el peso y la responsabilidad que ello conlleva: Irene hace las mejores y más completas descripciones que he leído nunca. Y eso la convierte, a sus diecisiete años, en una promesa que merece ésta y todas las oportunidades que se le puedan brindar.
Quisiera destacar también algún aspecto negativo, y tras mucho indagar he encontrado uno: La Sombra de Nuestra Inocencia es demasiado corto.
Así que Irene, por favor, haznos un favor. Continúa escribiendo. Llega Irene Cid Vega pisando fuerte. Abran paso.
Alejandro Sotodosos.