Los adioses, los tal vez, los te quiero, los gracias, los perdón que se quedaron atrapados y no pude decir. Estaban aquí.

sábado, 23 de febrero de 2013

Reseña de Alejandro Sotodosos, miembro de la junta directiva de la Asociación de Escritores


Antes de comenzar, tengo que confesar que tenía tantas expectativas puestas en este libro –y en su autora–, que ha sido, sin lugar a dudas, una prueba de fuego. Y la ha superado. Ha destrozado las marcas que tenía impuestas en mi esquema mental en lo que respecta a un libro de suspense.

Será la magia de los libros, de la literatura. El caso es que Irene me ha hecho sentir uno más en la historia, como si estuviese allí, oculto, vigilante. Como si fuese recorriendo a pies juntillas cada palabra, cada párrafo, cada fragmento de una trama meticulosa y perfectamente entrelazada, cargada de intriga y de sentimientos muy reales.

No suelo reseñar libros, pero siento la necesidad de hacerlo con este. La Sombra de Nuestra Inocencia es uno de esos libros que te araña el alma. De esos en los que, al pasar la última página, sientes que algo en tu interior ha crecido. No sabría decir muy bien qué, pero me ha hecho sentir muy, muy satisfecho por haber encontrado una novela que se podría definir con un adjetivo: imprescindible.

Sin duda, la valoración de los aspectos intrínsecos del libro supera los estándares que pueblan las listas de los más vendidos de cualquier gran librería. Su prosa fresca, sencilla y cuidada, sus diálogos verosímiles que te invitan a tener los pies en el suelo en todo momento y escapar de las conversaciones imposibles que acostumbran a reinar en las novelas comerciales. Sus personajes, perfectamente profundizados, van evolucionando con el paso de las páginas al ritmo del argumento. Sus ambientes, deliciosamente amoldados a la gran trama de suspense que envuelve la novela.

No obstante, sin dudarlo ni un instante, lo mejor de esta novela son sus descripciones. Tengo veintiún años, y he leído bastantes libros de diversos géneros como para hacer la siguiente afirmación, con el peso y la responsabilidad que ello conlleva: Irene hace las mejores y más completas descripciones que he leído nunca. Y eso la convierte, a sus diecisiete años, en una promesa que merece ésta y todas las oportunidades que se le puedan brindar.

Quisiera destacar también algún aspecto negativo, y tras mucho indagar he encontrado uno: La Sombra de Nuestra Inocencia es demasiado corto.

Así que Irene, por favor, haznos un favor. Continúa escribiendo. Llega Irene Cid Vega pisando fuerte. Abran paso. 
Alejandro Sotodosos.

viernes, 22 de febrero de 2013

Presentación, 19.00 Casa del Libro

Y ya por fin llega. Mañana a las 19.00 estaré presentando en la Casa del Libro del Alcalá Magna a mi pequeña "La sombra de Nuestra Inocencia".
Los nervios me revolucionan la tripa, lo cierto es que sigo sin creerme del todo que esté viviendo este sueño.   Al empezar a escribir esa novela jamás pensé en que un montón de personas lo leerían también, leerían mis palabras...

Es posible que mañana se me olvide agradecer a alguien algo, y ya que desde las teclas puedo reflexionar mejor, voy a hacerlo desde aquí. Porque detrás de una novela suele haber muchas pequeñas historias que se entrelazan para crear el ambiente idóneo. Y gracias a las musas he podido tener el placer de experimentarlo :)

Lo cierto es que como base fundamental de confianza y seguridad, Araceli. Gracias a ella, que creyó en mis palabras desde que leyó la primera frase hace cinco años atrás, de "En el pasadizo secreto", me he atrevido a hacer equilibrios para atreverme a empezar. Su apoyo constante, su entusiasmo ante cualquier idea, avance, párrafo.
Gracias a Clara, por esos abrazos que me llenan más que el más dulce chocolate. (Y "Al coche de mi jefe", ¡la verdadera banda sonora de esta historia!)
Gracias a mi pequeña Alexia, una estrella que nunca se apaga, y que está siempre a unos pocos centímetros para reconducir mi camino :)
Gracias a mi querida tocaya, que con ella aprendí que con gafas de sol el cielo se ve más azul, y que es mucho mejor tener los pies en el suelo, pero la cabeza no sé donde... Por abrirme aquella pequeña grieta a este argumento.
Mil gracias a Amanda, Águila Rosa, mi pequeño medio Limón, Cuá, Celinda, Reiwen, Mivs, Anita, Laura, Celia G, y Paola por ser las mejores T R E C E y por apoyarme en todo momento.
Por supuesto a Peps, su constante entusiasmo y orgullo con LSdNI, que eres el mejor :) Y Richi, exactamente igual. Por ser mi economista favorito. Google, Willy, Dani, Scachin, Rás, Andrea, ¡no me olvido de vosotros!
Al dibujante, nunca me cansaré de decirte que persigas tus sueños; imagínate que un día dejan de ser sólo eso, sueños, ¡y se cumplen!
A Álex, por ser un descubrimiento genialoso.
Mi hermana mayor postiza, Tania, gracias por ejercer en todo momento. (¡Y Alfi... !) Y mis pequeñas y grandonas de CNAH, estoy muy orgullosa de que sigamos formando un equipo :)
Manolo, gracias.
A los de aquel día 28 de septiembre, día nuboso, ha sido perfecto conoceros. Sois todos geniales, de verdad (Risi, Moni, Sara, Rober, Río, Puch, Laura...)
A ti, sí,. No me he olvidado de ti. Gracias por estar todos los días, a todas horas, ahí. Vivan las cosas amarillas.

A mi familia, siempre.

domingo, 17 de febrero de 2013

Un día en el Reino de Fantasía

Entre las notas de la banda sonora, las palabras salen solas (:

Echaba de menos el olor de la hierba en medio de tanta arena rojiza. Atreyu subió de un salto a Artax, y respiró hondo, inhalando también aquel aire almizclado, de libertad abrumadora que tenía la sabana. Hacía días que atravesaba veloz la llanura, que parecía interminable, portando el nombre.

Un nombre que había salvado a la joven emperatriz infantil.
Hija de la luna.
La mirada de la pequeña se le había clavado en la mente, y arrastraba a los latidos de su corazón a desbocarse cada vez que la recordaba. Envuelta en lágrimas, con un sencillo vestido de raso que casi se fundía con la clara piel, mirándole con unos ojos grandes, brillantes, que reflejaban la tristeza y la ilusión de toda Fantasía. En medio de la oscuridad, del vacío absoluto. Era la única luz que quedaba, titilando débil.

Hija de la luna.

En un parpadeo todo el Reino de Fantasía había vuelto a existir, sanándose con los nuevos sueños. Pero Atreyu necesitaba volver a verla, volver a sentir esa sensación tan maravillosa...

Como el Reino de Fantasía, este mundo se rige por los sueños. Los anhelos de todos y cada uno de nosotros. Bombillas titilantes, brillantes o débiles, pero que en conjunto iluminan nuestro Reino de la Realidad. Si todos enchufáramos nuestra bombilla, eclipsaríamos al sol con nuestra luz. Enciende el interruptor, Bastian. Es mejor que vivir en la oscuridad :)



lunes, 11 de febrero de 2013

Ángela

No era muy sociable. Todos los días, después de volver del colegio, se acercaba sigilosamente a ellos y los observaba con atención. 
Ni una palabra salía de su boca mientras observaba con los ojos bien abiertos como jugaban despreocupados. Sentía su salvaje júbilo, incluso aquel día pensó que podría palparlo, y sonreía para sus adentros. Nada como recibir una buena dosis de alegría infantil, en medio del caos de la hipocresía.
Sin embargo, aquella noche era diferente. La tensión se acumulaba en los latidos de sus venas, y sentía que la estaban observando.
Bruno la miraba de reojo. Parecía el único que se había percatado de que la mujer de vestido blanco que relucía en aquella zona oscura ya había llegado. Por una vez, se decidió a cambiar la situación que se repetía todas las tardes.
Lanzó el balón lo más fuerte que pudo. Este se perdió cuesta abajo por una de las callejuelas que rodeaban la plaza ante las protestas de sus compañeros, y cuando todos estuvieron lo suficientemente preocupados en encontrarlo, se acercó tímidamente a ella y simplemente se sentó a su lado esperando a que reaccionara. Ángela giró la cara en dirección contraria dejando que creara una cortina con su brillante cabello negro que separara su rostro anegado en lágrimas repentinas que le invadieron la visión.
El corazón le latía rápido, y a su mente acudieron recuerdos en flashes de aquel mismo día once años atrás, en los que había perdido a su criatura. Su bien más preciado. Aquel pequeño ser del que lo único que conservaba eran fotografías difusas en blanco y negro del interior de su seno. Ecografías imprecisas.
Había muerto, le habían anunciado horas después de que naciera.

Se estaba secando las lágrimas apresuradamente cuando una cabecita, más o menos de unos once años, se asomó entre sus cabellos mostrando una de las sonrisas más encantadoras. Sus miradas se encontraron, y por un instante, Ángela se sintió parte de aquel niño. Y desde ese momento, supo que estaría ligada a él de alguna manera.

Pero aquel momento mágico se desvaneció y se perdió como un lejano recuerdo vagando entre aquellas tristes y pequeñas calles en las que aquellos niños, aún en tierna infancia, jugaban ajenos a todo el terrible mundo adulto al que se enfrentaban sus padres.

Ángela se levantó, con el corazón acelerado y sintiéndose atrapada por el dolor de ver un reflejo en aquel niño de lo que podría haber sido su hijo, y sin pronunciar palabra se alejó por las calles oscuras como el carbón, sucias.
Bruno observó cómo la luz que destilaba no se desvanecía. 
Era como si el mismo sol que ya se había escondido se reflejara en ella, como si creara un aura a su alrededor para tratar de protegerla.
Él sabía que era alguien especial para él. Pero no entendía por qué.

Tal vez algún día lo comprendiera.

Por fin.


¡Por fin ha llegado el momento!
"La sombra de nuestra inocencia" ¡ya tiene fecha de presentación!
El 23 de febrero a las 19 h, en la Casa del Libro del Alcalá Magna estaré presentando a mi primera y nueva novela, ¡con muchísima ilusión!
Ni que decir tiene que todos estáis invitadísimos a ir, y que allí os espero :)

Y como regalo de hoy, para celebrar que estamos a 11 de febrero de 2013 y ha sido un buen día, os dejo el primer párrafo del prólogo (: 
La luz difuminada de las farolas se filtraba entre las ramas de los árboles creando sombras difusas en la pared. La noche se había cernido sobre la ciudad, y el insomnio acudía a hacerme compañia. Salí de mi habitación sin hacer ruido, y dejé que el frío del suelo me mordiera los pies desnudos. 
La sensación de que aquella vez estaba siendo diferente palpitaba desde un rincón de mi mente, latente; había algo que no había ocurrido las otras veces


domingo, 3 de febrero de 2013

Fragmento

Se miró de refilón en el espejó y descubrió que su pelo continuaba igual de desordenado; se colocó rápidamente un gorro y se peinó con los dedos el flequillo. Sabía que ella le estaba esperando, así que se apresuró en cerrar la puerta y bajar las escaleras de dos en dos. Sus ojos brillaban más que de costumbre. Un efecto de la luz, tal vez.

Decían que cuando estaba con ella era alguien diferente. Sonreía más a menudo, y siempre que la abrazaba con fuera su corazón rebotaba en el pecho.

Y nadie dudaba que la causa fuera ella, ya que con sólo estar a su alrededor era imposible esconder la sonrisa que se instalaba en tu expresión, por infeliz que fueras.
Él lo sabía.
Por eso se sentía tan especial a su lado.


Amor y miedo

Un diccionario define la palabra amor como concepto universal relativo a la afinidad entre seres, concebido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista.
Esa definición es fría, impersonal, y sobre todo poco exacta.
No dice cuántos latidos aumentan de forma proporcional a la distancia que os separa, ni da una medida exacta de el tiempo que el cerebro dedica a pensar en los "Y si...", a imaginar como podría ser todo si... o cómo habría sido. Tampoco aparecen la cantidad de veces que has escrito su nombre por todos los sitios imaginables, ni la de iniciales que has probado a poner junto a la tuya. Ni siquiera hay baremos ni clasificaciones de amor,
ni duración,
ni modo,
ni magnitudes para medirlo.
Sólo es un concepto relativo, que varía. Basado en las mariposas que todos tenemos en la tripa, y en la medida exacta de sonrisas por minuto.
Para concluir la entrada de blog en este domingo soleado, que sepáis que...
AMOR tiene más entradas en Google que MIEDO